sábado, 16 de julio de 2016

Eres un psicópata?

Puede que conozcas bastante mala gente, gente tóxica, tal vez el perfecto vecino lo sea,o duermes con ella, quién sabe si tu mismo/a eres mala gente. Lo que es muy probable es que no lo sepas. Por un lado, por un principio básico de la Psicología denominado primus inter pares  y por la falta de "consciencia" siempre atribuible a los psicópatas (ver Hare, 1999). Si te interesa la maldad, la crueldad humana, tan vigente siempre entre nosotros te recomiendo que veas la presentación de Zimbardo, The Psychology of Evil.  Los psicópatas suelen ser solitarios, como el famoso atracador al que no le gusta que le denominen "el solitario" y cuyo caso conocemos a través del magnífico programa de TVE el puzle blanco. Con la sana intención de que te conviertas en el  Rick Dekard de los que se dedican a buscar, identificar y quién sabe si neutralizar a los "no empáticos" puedes conocer sus rasgos en el libro El psicópata del especialista mundial Vicente Garrido: faltos de sentimientos, remordimientos y culpa; superficiales, narcisistas, tramposos, mitómanos, frios,impulsivos, irresponsables, amantes del riesgo, no tienen miedo a nada y suelen ser agresivos. En la historia de la humanidad se cuentan por millones pero más de cien son mencionados en la maravillosa obra de Jesús Palacios. Un film sobre el tema que te gustará es Killer Joe.  Han sido descritas disfuncionalidades en la "amígdala" y el lóbulo frontal, así como en el eje noradrenérgico (James y Blair, 2003). Si finalmente decides auto-diagnosticarte puedes hacerlo en el siguiente test PCL-R, siempre sabiendo que la prueba no sustituye una evaluación completa realizada por un profesional, atrévete. Eres un psicópata?



Adolescencia: luz y tinieblas

Pedro C. Martínez Suárez

“Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas; era la edad de la sabiduría, era la edad de la locura; era la época de crecer, er la época dela incredulidad; era la estació de la luz, er laa estrió de ls tiniebls; era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperanza; lo teníamos todo ante nosotros, y no teníamos nada…” Charles Dickens.

Lo cierto es que desde que Stuart Mill (1806-1873) pusiera de moda el estereotipo de adolescente rebelde, la psicología y otras ciencias nos han aportado fascinantes descubrimientos sobre esta etapa de la vida. La tan manida rebeldía deja hoy de tener sentido ante los cambios sociales y las nuevas pautas de crianza, especialmente en las sociedades occidentales, donde los abuelos pasan a ejercer de padres y los padres intentan compensar las deficiencias afectivas con satisfacciones materiales. Así, gracias a autoras como Harris (1999), sabemos hoy que la influencia de los iguales (pares) es más determinante de lo que pensábamos, más aún que la infl uencia de los padres o los medios de comunicación. Por otro lado, según Strauch (2003), lo que caracteriza la adolescencia no es tanto los cambios hormonales como los neuronales. Los cambios se hacen visibles en las primeras fases de la adolescencia pero son tan importantes o más los cambios encubiertos en las concentraciones hormonales y neuronales que pueden llegar hasta los primeros años de la tercera década de vida (Berger, 2006). Hoy sabemos también que la primera menstruación (menarquía) se adelanta a razón de cuatro meses cada diez años desde 1850 y que los primeros cambios biológicos que conducen al camino de la adolescencia, como ya adelantara Freud, se producen a partir de los cuatro y cinco años de edad (Papalia,Wendkos y Duskin, 2001).
Hace ya una década de la publicación de un artículo médico en que se hablaba de Adolescentología18 (Hamanova y Hellerova, 1996). En Japón, desde 1963 existe una sociedad para el estudio de la Adolescentología. En 1993 con motivo de un congreso internacional celebrado por la Sociedad italiana de Adolescentología se produce la Declaración Universal de los Derechos y Deberes de los jóvenes19.
[cambiado de orden]
A pesar de todo, la adolescencia sigue siendo la época en que una vez que los infantes han echado raíces, deben ejercitar el vuelo con sus nuevas alas (parafraseando a William H. Carter). Coleman (1979) dice que «la adolescencia es un complejo estadio del desarrollo humano que implica la mayor parte de los cambios de la vida». En este transitar necesitan de la presencia y acompañamiento de educadores/as con conocimientos y aptitudes psicosociales suficientes para entender y afrontar las situaciones por las que puedan pasar. El educador/a siempre debe tener en cuenta, sobremanera cuando trabaja con adolescentes, aquella máxima de Meirieu (1998) «educar sin fabricar».
Adolecer es crecer en su sentido etimológico. Existen unas 23 hormonas vinculadas al crecimiento y éste es especialmente rápido en el primer año de vida y la adolescencia (Malina et. al., 2004). Es absolutamente vigente por tanto, una definición biológica de la misma tal como «período de la vida que se inicia con la aparición de los caracteres sexuales secundarios y la capacidad reproductora y finaliza con el cierre epifisiario» según la define la OMS.

Los cambios biológicos y psicológicos más destacados son los que marcan el inicio del proceso, pautan diferencias y llenan de dudas y confusión al adolescente. En España, la edad media de la menarquía está en doce años y seis meses y aunque este es un indicador de inicio de esta etapa en las mujeres, no debe ser el único criterio a tener en consideración. En los varones la espermaquia se sucede aproximadamente a la misma edad.
Serán unos diez años aproximadamente de cambios (los tres o cuatro años esencialmente biológicos y visibles), aunque las claves socioculturales pueden hacer que sea más duradera la secuencia ontogenética, a lo largo del ciclo vital. Si bien, en la sociedad occidental, el mercado laboral está influyendo negativamente en el proceso de independización de los jóvenes que buscan una seguridad y estabilidad laboral difícil de encontrar. Fundamentalmente, si la orientación académica no ha sido correcta.

Es conocido por todos que la concentración de estradiol en chicas y testosterona en varones aumenta su producción entre ocho y diez veces respectivamente en esta etapa (Malina et al., 2004). Igualmente es sabido que “los que madrugan son los adultos” y que la biología ha preparado a los adolescentes para que permanezcan despiertos por la noche (Wahlstrom, 2002). Ahora bien, menos conocida y estudiada es la complejidad psicosocial de la adolescencia actual. Nuevas tribus irrumpen con fuerza en el panorama urbano de nuestras ciudades.

Los “góticos” visten ropa negra, lentillas radicales, adoran la piel blanca y la música intensa; los “visuals” son andróginos, heteros pero les gusta vestir femeninos, con liguero y estética japonesista, les gusta el manga y el anime; las “lolitas” añoran la época victoriana y les encanta la literatura romántica; los “straight edge” no toman alcohol, ni drogas, no practican el sexo promiscuo y se distinguen por un tatoo con la letra X; los “emos” se identifican por un largo flequillo y tienen obsesión por el sufriemiento y la autodestrucción, sienten cierta fascinación por el suicidio y también juegan con la ambigüedad. A estas nuevas tribus se le adhieren estilos de los noventa y los ochenta, como la llamada “metrosexulidad”, el “nuevo metal” el “techno” o el “afterpunk” que siendo estilos de música también condicionan formas de vida y diferentes filosofías. Tampoco conviene olvidar la influencia de las ideologías políticas “antinazis” y grupos de ultraderecha se funden en verdaderas batallas campales en nuestra geografía urbana.
En la adolescencia, el grupo lo es todo. La mente adolescente es más que nunca la mente del grupo. Si no existe este referente, se corre un alto riesgo de inadaptación.
Apóstol de su nueva verdad, una verdad fruto de la conciencia grupal y del aprendizaje sin error (el grupo siempre devuelve la razón al grupo y justifica sus actos). Se produce una retroalimentación a través de la identificación y la proyección con el resto del grupo. Este tiene un valor funcional que proporciona:
- Excitación
- Curiosidad
- Sentimientos de inclusión
- Aceptación
- Seguridad
-Refugio
- Confidencialidad
- Cohesión
- Comunicación
- Asignación de nuevos roles

La relación con los iguales comienza siendo una relación de amistad con alguien del mismo sexo que dibuja espacios, tiempos y actividades de ocio (hacia los doce años) para ir ampliándose las pandillas hasta formar grandes grupos (bandas) de hasta treinta personas, donde pueden incluirse integrantes muy heterogéneos y de edades que pueden llegar hasta la treintena (especialmente a partir de los dieciséis años). A veces, puede haber hermanos, primos o varios miembros de una familia. Este tipo de grupos suelen establecer vínculos en torno a los hábitos de ocio de fin de semana y raramente se ven entre semana, durante la que se mantienen las relaciones uno a uno o en pequeños grupos de hasta nueve integrantes como máximo. A partir de los quince años, esta rutina se alterna con parejas inestables (heterosexuales u homosexuales según la orientación). Se sientan las bases de lo que aún sigue siendo más frecuente en España y otras sociedades occidentales, esto es, la monogamia sucesiva (varias parejas consecutivas con relaciones más o menos estables y duraderas). Entre los veintiún y los veintitrés años aproximadamente (época de finalización de estudios universitarios) la búsqueda del yo socioprofesional, y por tanto, las primeras relaciones laborales, son lo predominante. En esta época puede existir en las familias un síndrome de nido vacío si el ya adulto abandona el hogar prematuramente o el síndrome del nido lleno si decide permanecer hasta más allá del final de la postadolescencia (veintinueve años aproximadamente).
Haber concluido la adolescencia con éxito, significa, según Eriksson, un adecuado dominio pulsional21, equilibrio neuroendocrino, emocional y psicosexual, una justa diferenciación (encontrar la identidad, el si mismo, romper la cáscara del huevo), una superación de modelos (en este sentido, en general, la televisión ha influido muy negativamente, no contribuyendo en absoluto en educar para esta superación) y finalmente, la fijación de un nuevo papel social que está íntimamente relacionado con el yo profesional.
Desde un perspectiva psicosocial y basándonos en el informe de Injuve (2008) se han producido algunos cambios interesantes en los últimos años, como por ejemplo, una disminución de un 9% de jóvenes que viven en el entorno familiar de origen y un aumento de casi el 5% de jóvenes entre 20 y 29 años que viven de forma independiente o con no familiares. Sin embargo, el porcentaje de jóvenes con autonomía económica entre 25 y 29 años es tan sólo de un 9%.
Reunirse con amigos o con la pareja en casa sigue siendo una actividad frecuente en los jóvenes que viven en el seno familiar, si bien, es más frecuente en varones que lleven la pareja a su casa, así como es más frecuente en los varones pasar toda la noche fuera de casa. Las tareas de la casa siguen siendo realizadas mayoritariamente por las mujeres, especialmente las de limpieza. Si bien, el 82,8% de los jóvenes opinan que el mejor modelo de familia es aquel en que ambos trabajan y comparten las tareas de la casa.
Tan sólo un tercio de los jóvenes se interesan mucho o bastante por la política, siendo las manifestaciones la principal actividad que realizan. En cuanto a la ideología existe una clara predilección por la izquierda si bien, un elevado porcentaje (aproximadamente un tercio) se considera de centro. La extrema izquierda representa un 9,3% y la extrema derecha un 2%. El asociacionismo es mayoritariamente deportivo (49,3%).
En cuanto al ocio y tiempo libre, escuchar música, salir con los amigos, ir al cine y viajar son las preferentes. De las nueve actividades propuestas por el Injuve en su encuesta leer (63,2%) ocupa el penúltimo lugar sólo por delante del teatro (43,2%). Usar el ordenador parece tener más popularidad entre los varones más jóvenes (de 15 a 19 años) (80,8%). En cuanto a las horas de vuelta a casa los fines de semana se sitúa homogéneamente entre las 2 y las 6 de la mañana, aunque se ve que la tedencia a llegar más tarde de las 6 es típicamente masculina. Ir de bares, cafeterías y pubs es la actividad preferida por la noche, llama especialmente la atención que las mujeres entre 25 y 29 años son las que mayoritariamente prefieren esta actividad (88,8%). Destacan los valores bajos (porcentajes en torno al 23% en las principales preferencias) referidos a ver la televisión, siendo los programas deportivos los preferidos por los varones y las series por las mujeres.
En un estudio anterior (González Blasco, 2000), se destacaba el escaso interés por la lectura (uno de cada siete jóvenes se interesan por la lectura) y la familiaridad con las nuevas tecnologías. Las nuevas generaciones son inexorablemente iconoscópicas (Martínez, 2004) lo cual no quiere decir que sean menos inteligentes, más bien, todo lo contrario. Si atendemos al llamado efecto Flynn el CI (Cociente Intelectual) medio crece unos tres puntos por década (Flynn, 1980; Mingroni, 2004). Otra cuestión es saber si ese incremento representa una magnitud de subida importante, teniendo en cuenta que desconocemos dónde se sitúa el cero absoluto en inteligencia. En este sentido, parece ser que los aspectos que hacen que la inteligencia de las nuevas generaciones vaya siendo mayor son: mejor nutrición, familias más pequeñas, mejor educación, mayor complejidad del ambiente y mayor diversidad biológica y cultural (hibridación). Recientemente, estudios del propio Flynn parecen encontrar datos contradictorios en esta polémica teoría que el autor intenta explicar en su libro What is intelligence: Beyond the Flynn Effect. En todo caso, en lo que parece no haber discusión es en el aumento en la capacidad crítica y de gestión del conocimiento que requiere la sociedad actual y que sin duda ha afectado la forma de pensar de los adolescentes, influidos cada vez más por un lenguaje tecnológico que ya ha dejado de ser nuevo para ser interiorizado por las nuevas generaciones.
Suele existir una falsa concepción de la adolescencia como período truculento, lleno de problemas, y suele verse a los adolescentes como chicos problema. «What I want I take, what I dont I break» (AC/DC, Problem child). Pues bien, Eriksson (1963) ya comentaba que la adolescencia es «un proceso saludable y vital que contribuye al fortalecimiento total del ego del adulto». Los acontecimientos vitales están relacionados con:
- Embarazos no deseados, planificación familiar inadecuada.
- Actividad sexual demasiado temprana (conflictos con los padres).
- Conflictos amorosos (primer amor) importancia del pololeo.
- Bajada en la edad de la pérdida de virginidad (en EEUU a 15 años).
- Suicidio (segunda causa de muerte entre adolescentes).
- Drogas (problemas de personalidad y enfermedades mentales: depresión y crisis de angustia, labilidad emocional).
- Dipsomanía y alcoholomanía (intoxicaciones de fin de semana).
- Despersonalización y desrealización.
- Estrés y fracaso escolar.
-Inestabilidad relacional (ausencia de confidentes íntimos).Los factores protectores para evitar estos y otros problemas son:
- Ambiente seguro en el hogar.
- Atmósfera de respeto mutuo.
- Independencia apropiada para cada edad.
- Disponibilidad e incondicionalidad de los padres ante un confl icto.
- Responsabilidad sobre las cosas en el hogar.
- Aceptación de límites.
Finalmente, daremos algunas recomendaciones para los educadores, recordando que no existen formas mágicas ni clónicas ya que la conducta humana es la más compleja que existe.
Recomendaciones generales para los/as educadores/as:
- Evitar el etiquetado y los estereotipos.
- Educar en el autocontrol (la adquisición de autonomía por parte del adolescente es una responsabilidad compartida).
- Evitar el castigo, utilizar la modelización y el reforzamiento diferencial (enseñar cómo se hacen las cosas bien y reforzar lo que está bien hecho más que castigar lo que está mal hecho. Si se castiga, debe informarse siempre sobre las razones para castigar y las condiciones en que se aplicará el castigo).

- Mayor asertividad (no se debe tener miedo a las reacciones del adolescente cuando se le tiene que informar o corregir por algo).
- Informar y concienciar a la sociedad es prevenir (implicar en la medida de lo posible a padres y medios de comunicación).
- Mayor coordinación entre los agentes de socialización.
- Potenciar la comunicación y la negociación.
- Adoptar una actitud flexible y tolerante.
- Educar en la convivencia, la ciudadanía y la salud.
- Partir de la resolución realista de problemas concretos (a la hora de plantear problemas se suele caer en reproches y divagar sobre generalidades).
- Proporcionar protección sin afecto no sirve de nada (sed espontáneos, claros y abiertos).
- Interesarse por sus gustos y aficiones, implicarse en sus vidas y aportar experiencia.

“La juventud tiene todas las ambiciones, incluso la del dolor”

FRANCIS DE CROISSET

Para terminar un interesante punto de vista

que he descubierto recientemente:

"I started looking at the research done on teenagers in this country, which is very, very misleading. The researchers are just trying to confirm the cultural stereotypes [originated] by G. Stanley Hall 100 years ago, who said that the teen years are necessarily a time of storm and stress. That stuck, and that's been the model used by psychologists and social workers ever since. [Back in Hall's time], there was massive immigration, and lots of young people on the streets making trouble. By the 1930s, biologists had discredited the notion that the teenage years were a time of turmoil, but the people in the mental health field never got the message. I started doing research on this with a doctoral student named Diane Dumas, and we started collecting data on the capabilities of teens vs. adults." EPSTEIN

¿Es por tanto la adolescencia un mito? ¿Ha cambiado la biología de nuestros adolescentes por los cambios medioambientales y patrones culturales? Son preguntas para comenzar otro artículo.

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