viernes, 20 de octubre de 2017

El extranjero y el constructivismo. Beyond the information given.

Cuando aterricé académica y técnicamente hablando en Azogues y Cuenca respectivamente, hace algo más de dos años, tengo que confesar que lo que más me impresionó no fue el choque cultural, indudable entre Ecuador y España. La omnipresencia del constructivismo fue lo que más me sorprendió como el viento te sorprende cuando escuchas en audio una novela de Lovecraft. No fue una falla de expectativas por mi formación conductista y pavloviana, un expatriado laboral se adapta a casi todo, aunque he tenido compañeros que hacen mejor el camaleón que yo, debo confesarlo. Mi asombro y casi espanto fue tomar consciencia de la dimensión alcanzada por el constructivismo  en la Pedagogía, no sólo española, sino en ese momento me di cuenta, también en la ecuatoriana. Aunque debo reconocer que fui mal discípulo de Piaget los méritos de sus teorías son innegables y no será este mortal quien los desdiga. Sin embargo, es conocido que por su amplia difusión ha operado sobre sus presupuestos una suerte de maligno amorfo que extiende la teoría cual tumor que hace metástasis.

En una de mis reconfortantes visitas al colegio Montessori (Azogues) donde pasé algunos de los mejores momentos en la primera Universidad en la que recalé (UNAE) recuerdo como si fuera hoy la alocución que a buen volumen escuchaba atento un taxista mientras me transportaba de nuevo a mi lugar de trabajo. Intervenía la eminente filóloga y pedagoga ecuatoriana Rosa María Torres quien me hechizó al instante con su discurso. Entre otras cosas la doctora insistía en que el modelo educativo en Ecuador no había cambiado, que esa transformación requiere al menos de 50 años y que no se puede importar un modelo educativo de un país a otro "así no más" como dirían por acá. Especialmente cuando la cultura escandinava y las condiciones económicas y sociales de aquel país son muy diferentes a las ecuatorianas. Además insistió en que el cambio educativo no es un cambio en infraestructura sino que requiere un cambio de actitud y metodología didáctica profundo. En la mayoría de las ocasiones se ha intentado realizar un injerto de la metodología finlandesa o española en Ecuador como si de una replicación simple se tratase, sin tener en cuenta la realidad intercultural del país, el modus operandi actual del mismo en el aspecto didáctico y hasta las diferentes formas de organización social. Me extrañó y me entristeció que el proceso de cambio no estuviera liderado por ecuatorianos, me refiero obviamente no a los cargos políticos sino técnicos. Dos años más tarde se ha impuesto en Educación un modelo considerado como fallido ya desde 1996 por autores como Osborne en el Journal of Research Teaching (518 citas) y otros tantos que uno puede encontrar hasta en Google académico tecleando "Failure of Constructivism". Este modelo además ha sido liderado en Ecuador por extranjeros, tristemente compatriotas mios.

El constructivismo no funciona nos dicen los autores, por varias razones que ustedes pueden leer en un gran número de artículos con las palabras clave que les sugerí anteriormente. No funciona por:

a) su negacionismo científico
b) su visión de la realidad y la construcción de la verdad (en este sentido ver el artículo "El Escepticismo bajo lupa" de Mente y Cerebro)
c) su falsa creencia de que aprender lo nuevo sigue el misma vía que aprender lo viejo, lo establecido, lo consolidado
d) su extraña relación con la medida (repele la excelencia por considerarla neoliberal)
c) la falta de experimentación que en el caso del Psicoanálisis le ha costado su reputación científica

No es suficiente recurrir a jornadas de decolonialidad o denunciar a viva voz el imperialismo cognitivo, sin sentimiento y sin conocimiento en muchos casos, otros no, de lo que se dice. Simplemente atacando al otro por su diferencia no se argumenta, solo se insulta y se polariza la diferencia en vez de construir sobre ella. No es muy alentador ni confiable que desde el púlpito y con una legión extranjera al mando se invoque al manido victimismo anticolonial cuando quien lo dice es el mismo colonizador. Perspectivas más simples pueden ser adoptadas, como que los tiempos cambian, Ecuador es un país con una magnífica constitución, una ebullición de políticas que desarrollan los derechos de los ciudadanos y un sistema universitario en continuo crecimiento. España por su parte se enfrenta a nuevos desafíos territoriales y en este sentido tal vez toca aprender del modelo ecuatoriano. Por suerte, lejos de este discurso me he encontrado recientemente en unas jornadas organizadas por la red CEDIA en las que un interlocutor de la UTN con el que luego no pude conversar por razones de tiempo, decía con gran lucidez que la buena relación entre universidades ecuatorianas y españolas está dando sus frutos fundamentalmente en Investigación. A mi juicio este es el camino y los que hemos llegado al país, como invitados lo menos que podemos hacer es agradecer al país de acogida aportando en el acompañamiento experto para la transformación de procesos que ayuden a este país a seguir la estela de Colombia por ejemplo que tanto ha avanzado en el espectro científico en los últimos años.

Por qué enseñamos y cómo enseñamos parece ser determinante no sólo para el "qué enseñamos", haciendo un juego de palabras a la skinneriana, sino también es decisivo en los resultados de la enseñanza. De lo colegido a partir de la alocución de la doctora Torres diré que suscribo el 99% salvo la consabida guerra contra la competitividad. Tuve un profesor marxista de Psicología social que decía que el aprendizaje debía tener siempre una parte colaborativa y otra competitiva y con esa "copla me quedé". Por otra parte, no se trata de negar los avances piagetianos en Educación ni siquiera los constructivistas o sistémicos (este último término es más adecuado en Psicología) sino que se trata de tomar partido que diría Gustavo Bueno y yo he tomado partido por la ciencia y el realismo pedagógico aunque siempre he admirado los impactantes resultados conseguidos por la Señorita A que no necesariamente era constructivista.

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