Feisbuk me agota, tanto odio que leo cada día y tanta pavada y comentario estéril, tanto narciso, tanto regañar a la historia, tanto "hater" institucionalizado, tantos idiotas de los que hablaba Umberto Eco. Tanto exhibir diplomas sin una historia de aprendizaje humano detrás, tanto presumir de ciencia sin haberla practicado. Tanto hablar por hablar. Tanta lectura a medias. Tanto fuego fatuo, tanta banalidad gráfica, tanta ventana a lo íntimo que no interesa y no ha sido demandado y resulta hasta grosero. Tanto te amo en redes pero tenemos la vergüenza tapadita entre bambalinas -métela así mi vida, con el piecito bajo la alfombra para que no salga en la foto-. Tanto obituario que ni a los muertos respetan. Tanta ignorancia, tanto saber fútil, malintencionado o producto de la ignominia precientífica bajo la presunción de saber ancestral. Tanta ostentación de poder y vacua riqueza. Tanto sabelotodo. Tanta adivinanza y jugar al ¿Quién es quién? Tanto delincuente disfrazado de abuelita, tanto sugar boy y sugar mami. Tanta basura arrojadiza de todos contra todos, tantos fallos de seguridad del sistema permitiendo que una legión de bots te hagan phising, creando perfiles falsos con tu mismo rostro, o te propongan negocios milagro, te manden pornografía, te envíen solicitudes de amistad grotescas o te roben hasta los últimos datos de tú teléfono. Tanta neutralidad de los mass media (cfr. McQuail) que se les ha perdido hasta la ética. Los perfiles reales en cambio pueden ser de tu entorno pero realmente no te siguen, te espían y te chismean. Apenas hay intercambio profesional o cultural, que es lo que me llamaba la atención hace algún tiempo. Facebook es hoy un WC, un estercolero mediático, un retrete repleto de detritus sociales ¡Porca miseria! Ya llegó la hora de evacuar.
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