Érase una vez un lobo muy fiero, llamado Episteme, que abandonó su manada por diferencias con el macho alfa de su grupo. Condenado al ostracismo, el lobo vagó y vagó por grandes llanuras. A su paso, Episteme iba encontrando a su paso, dóciles rebaños de ovejas organizadas, unas eran de la granja Matemáticas que estaban perfectamente ordenadas y hablaban la misma lengua y estaban enclaustradas en un redil cuadrangular electrificado y regulado por diferentes amperajes en función de la proximidad. Otras campaban a sus anchas deperdigadas por la llanura. El granjero que cuidaba Matemáticas, era un ermitaño meditabundo, jamás salía de su casa, desde allí controlaba perfectamente a su rebaño y a su perro pastor, llamado Eratóstenes. Al cánido le pareció demasiado complejo desbaratar aquella granja. Siguió caminando y no muy lejos de allí estaba Física, la granja de un viejo y sabio anciano de gruesos lentes y labios leporinos, siempre ensimismado mirando al cielo. Ésta parecía una buena oportunidad. El rebaño se veía "fractalesco" en su ordenamiento sin embargo, el perro que cuidaba el hato de lanar, Entrópico, era un perro avispado que aparecía y desaparecía de tal modo que era como si estuviera en todos los sitos al mismo tiempo, su posición variaba en función de quién lo observara. Episteme, que comenzaba a notar el cansancio en sus patas traseras, recorrió apenas un kilómetro más y vió una granja llamada Química, donde los bóvidos que allí habitaban tenían unas buenas carnes prietas y lucían una florida cornamenta. Aquí también había un perro, llamado Tesla, pero éste estaba fuera del recinto y daba vueltas al mismo con una velocidad indescriptible, cual spin del electrón.
De repente, Episteme vislumbró una pequeña ladera y una montaña en el horizonte. Pensó -
¿me quedo en esta ladera, que parece segura y donde hay una granja llamada Biología?- Aquella granja tenía un microclima, animales variados (su jefe siempre insistía en la variación de la ingesta) aquí también había un perro guardián, bien fornido, llamado Clenbuterol y un can muy ágil y de mirada procaz llamado Prótido. La entrada se veía con dificultad debido a la vegetación abundante a su alrededor. Tras pensarlo dos veces realizó un gesto de desconfianza moviendo la cabeza hacia atrás y a la vez adelantando una de las patas delanteras, casi por inercia siguió caminando.
¿me quedo en esta ladera, que parece segura y donde hay una granja llamada Biología?- Aquella granja tenía un microclima, animales variados (su jefe siempre insistía en la variación de la ingesta) aquí también había un perro guardián, bien fornido, llamado Clenbuterol y un can muy ágil y de mirada procaz llamado Prótido. La entrada se veía con dificultad debido a la vegetación abundante a su alrededor. Tras pensarlo dos veces realizó un gesto de desconfianza moviendo la cabeza hacia atrás y a la vez adelantando una de las patas delanteras, casi por inercia siguió caminando.
Episteme estaba ya al final del camino, ante sí un repecho, una subida medianamente larga y al final una cabaña destartalada, seminueva pero muy deteriorada. El letrero colgaba como un péndulo del frontispicio y decía: Psicología, heme aquí. El olor a chancho era casi hediondo, nauseabundo, bordeando lo obsceno, lo cual le fascinó y le recorrió un impulso irresistible por revolcarse en esa carne que ya imaginaba desmembrada entre sus fauces de mañoso predador. ¡Tres cerditos ! Exclamó por encima del susurro sibilante que le caracterizaba al acercarse a una presa. Casi se le escapa un aullido amedrentador como cuando cazaba arropado por sus gregarios y fieles compañeros. Algo le hizo presentir que estaba por culminar su larga faena. Los tres cerditos respondían a los nombres de Frankl, Jung y Mara (una marranita muy simpática). Los tres estaban aterrorizados ante la llegada de Episteme al que habían olido debido a su agudo olfato, sobre todo, para detectar a alguien ajeno a la piara. El perro dormía plácidamente en la caseta tras un duro día de trabajo ya que se centraba normalmente en mantener a las ovejas a raya. Mara le dijo a Jung - creo haber sentido a un lobo y Skinner duerme plácidamente en su caseta, debemos alertarle pero esto hará que el lobo se precipite rápidamente sobre nosotros - . Episteme sin embargo, era todo un embaucador y estando ya cerca del aprisco situó estratégicamente una de sus elegantes y aterciopeladas pezuñas sobre el travesaño que rodeaba el redil, con voz melodiosa y potente dijo - ¿tienen insomnio chicos ? - Jung rápidamente contestó que todo lo contrario, que él vivía soñando. Mara enmudeció en un primer momento para decir luego atropelladamente y casi con un exabrupto: - yo siempre me duermo a la hora que mis compañeros se duermen y es más, si uno no está, es porque se ha ido a hacer pis, con lo que yo me desequilibro emocionalmente. Necesito recurrir a Ptolomeo (también llamado el Coach) que me hable de las estrellas y su influencia en nuestro comportamiento. Frankl fue el más valiente y enfrentó directamente a Episteme diciéndole: -cómo un locuaz y grácil cánido como tú frecuenta estos parajes inhóspitos de la Psicología - Episteme, en principio dudó para abalanzarse a continuación de forma abrupta sobre Jung, el más débil de los cerdos, prácticamente se lo zampó de un par de bocados y al terminar eructó como un humano en plena cena de Ramadán. Aulló y salió como una centella antes de que llegara Skinner presto a salvar la granja.
No muy lejos de allí encontró donde acampar y cada noche vigilaba la granja como si fuera suya. Con el tiempo se hizo amigo de un cuervo, más negro que el azabache de Platero, el cuervo se llamaba The Scientist y trabajaba de mensajero, a él le encargó que enviara un mensaje a los cerdos. La misiva decía así: -sé dónde vivís y coméis, cuál es vuestro sustento, pronto os acecharé de nuevo, porque no hay en vuestro acervo técnicas apropiadas de huida, sistematizadas y comprobadas empíricamente como válidas frente a una amenaza, vuestra capacidad de respuesta ante un evento sorpresivo es mínima, vuestro más conocido valedor está muerto y el único que domina las técnicas de lucha y combate a la perfección es Skinner, que yace amarrado la mayor parte del tiempo en su caseta y depende de la voz de su amo (Morín) que es el granjero de moda y que se duerme en el sofá leyendo revistas de constructivismo.- Siguió: - Tantos falsos positivos, tantas veces habéis dicho: ¡cuidado que viene Episteme! y no era cierto. Cualquier día caeréis devorados por la imprudencia temeraria.
Moraleja: La Psicología debe prepararse ante las adversidades epistemológicas que se ciernen sobre ella, a saber: la insuficiente validación de muchas de sus técnicas, el elevado número de estudios con sobreestimación de efectividad o resultados falsamente estadísticamente signitificativos, la dificultad para establecer estrategias metodológicas que protocolicen la falsabilidad de sus procedimientos, la invasión de pseudociencias haciendo metástasis que impide un adecuado desarrollo de la Psicología experimental, el relativismo gnoseológico y el escepticismo radical sobre las posibilidades del conocimiento, la sobreestimación de los efectos de la personalidad y la teoría de rasgos frente a la situación, el exceso de conocimiento vulgar, sentido común y psicología mundana. Todo ello ha puesto en alerta a un conjunto no desdeñable de epistemólogos que nos aconsejan retomar el camino experimental iniciado por el conductismo y redirigido por el cognitivismo.