domingo, 22 de marzo de 2020

Las curvas del COVID-19 y la maltratada salud mental

Ya que están empeñados en conocer curvas y hacerse epidemiólogos, les mostraré una curva antes de acometer el objetivo central de este post que no es otro que darles a conocer qué puede y debe estudiar y aportar la Psicología, como ciencia, en relación con este nuevo azote vírico que vivimos. 

En este momento en Ecuador estamos experimentando el empuje logarítmico de nuevos casos de contagio como se puede apreciar en el gráfico 1 desarrollado por el Dr. Stefano Torracchi de la Universidad Católica de Cuenca. A diferencia de otros modelos que incorporan constantes con factores de exposición y probabilidad de contagio, este modelo utiliza una cadena de Márkov y se basa únicamente en datos del día anterior y el incremento diario (n+1)

La línea azul representa los casos reales hasta el 20 de marzo en Ecuador y la línea roja representa la proyección con cadena de Márkov. En el eje de ordenadas se solapan los valores de la curva empírica (en una escala de 0 a 300) con los valores teóricos que alcanzan los 800 casos. En el eje de abscisas la variable temporal se alarga a 25 días para determinar la proyección. 

Se puede apreciar como Ecuador alcanzará aproximadamente 1000 casos de contagio para el día 25. 

El diario el País presentó un artículo con curvas comparadas de diferentes países sin embargo, estas curvas dependen de otras muchas variables contaminantes (también la nuestra) como por ejemplo, el número de tests realizados y que depende de factores socioeconómicos y también competenciales con respecto a las autoridades de cada país y sus formas de organización político-administrativa. Aquellos países que han desarrollado políticas de testeo masivo han reducido ostensiblemente el número de casos volviéndose la curva mesocúrtica rápidamente. Esta misma cuestión se planteaba en un artículo científico de la Universidad de Aragón que nos hacía comprender cómo la medida de aislamiento no es suficiente si no se hacen testeos masivos. Este artículo estaba subido en la página del CSIC en twitter y fue retirado de su host original. 

Uno de los inconvenientes mayores que encuentran las administraciones públicas ante este tipo de fenómenos sociales y sanitarios masivos es la rápida transmisión de rumores y fake news. Decía Gustavo Bueno al respecto "el rumor siempre es cierto, otra cosa es que sea cierto el rumor". Aquellas personas que pertenecen a colectivos de exclusión social por regla general son los más afectados puesto que también son los que tienen menos acceso a la formación y a la cultura. En el caso que nos ocupa se han generalizado varios rumores: 1) El COVID-19 era un virus sintético, es decir, de laboratorio, por suerte la prensa de divulgación científica sí dio cabida a un artículo en la revista Nature que lo desmiente. 2) El virus por no tener una letalidad alta (cuestión que ha de modificarse con los nuevos datos) no es peligroso. Gracias a la actuación de la OMS en este aspecto la mayoría de los países han circulando información veraz al respecto. 3) Si salgo de casa no pasa nada. Ha costado también hacer comprender a la ciudadanía el alto potencial de contagio y el peligro que supone transmitirlo a otras personas, tal vez vulnerables y por tanto, en riesgo de muerte y que esto puede suceder aún estando nosotros asintomáticos. 4) Otro rumor que ha circulado es que los jóvenes pueden estar tranquilos que ni se contagian ni se mueren. 

Ahora bien ¿Por qué los seres humanos responden del modo que lo hacen en fenómenos masivos?
la Psicosociología nos lleva al estudio de Charles Elwood, Gustave Le Bon, Gabriel Tarde que fueron pioneros de la psicología de las masas y posteriormente a Blumer e incluso el propio Dennis McQuail que magistralmente aborda esta temática en Teoría de la Comunicación de Masas y Sociedad; aún recuerdo cuándo mis alumnos de periodismo me reprochaban que se lo hiciera estudiar de "p" a "pá". No hay espacio ni es oportuno profundizar aquí sobre el pensamiento de todos ellos pero parece existir una relación inversamente proporcional entre lo masivo que resulta un fenómeno y la irracionalidad con la que responden los individuos. Asimismo, todos los sesgos cognitivos, como el de confirmación (por el que buscamos todas aquellas noticias que confirman nuestras hipótesis o creencias) o el principio de relevancia hedónica, el efecto primus inter pares, etc. Todos ellos se activan ante circunstancias como las que vivimos. 



Un autor de dudosa solvencia científica pero que plantea una hipótesis interesante es Leslie Greenberg, ingeniero y psicólogo sistémico que argumenta que la difusión de noticias se produce describiendo una curva en J (cfr. López-Aranguren, Modelos de comunicación colectiva) y que por tanto, cuanto mayor va siendo el impacto emocional de la noticia más rápido se difunde (también en crecimiento exponencial). Esto es algo que podría ser de sentido común pero lo interesante es lo difícil que es que una noticia obtenga un mínimo de impacto si no tiene mucha carga emocional y cómo nos habituamos posteriormente de forma más rápida también cuando el impacto emocional es muy elevado. 



¿Qué otros aspectos de nuestro comportamiento se deben tener en cuenta en momentos como el que vivimos?

La conducta supersticiosa, tan bien explicada por B.F. Skinner hace que por condicionamiento clásico hagamos asociaciones tangenciales e irracionales entre estímulos, como ha ocurrido por ejemplo, con el papel higiénico. Este ha sido un fenómeno donde también han funcionanado a la perfección las neuronas espejo de Iacoboni y Rizzolatti y el cortex prefrontal implicado en la inhibición/desinhibición de conductas controladas normalmente de forma cultural. La imitación o aprendizaje social expuesto por Bandura ha jugado un papel importante en esta conducta igualmente. 

Recuerdo que siempre cuento una anécdota a mis alumnos relacionada con mi tio, al cual tenía gran admiración porque era un reputado ingeniero de Madrid, sin embargo, era obsesivo-compulsivo, se lavaba las manos unas 300 veces al día ¿Han pensado ustedes si no están desarrollando ya esa sintomatología?

Hace algún tiempo, estudiaba yo Psicopatología, mi materia favorita, por allá por 1991 y nuestro profesor que sería después mi director de tesis, nos hablaba de la "Neurosis del ama de casa", creo que por aquel tiempo también hablaba de eso Rojas Marcos, el psiquiatra español que ha dirigido durante muchos años los servicios de Salud Mental de Nueva York. Pues bien, ese concepto hoy en día es impensable por la presión social, en este caso fundada, que ejercerían los colectivos feministas. Tal constructo no existe, no se asusten. Sin embargo, el aislamiento en el hogar puede hacer que se agudicen determinadas patologías, entre otras la agorafobia (que no es miedo a los espacios abiertos, sino miedo a estar en una situación de la que no se puede escapar). Asimismo, se pueden desarrollar ideas deliroides, les recomiendo en este sentido la película "La Comunidad" del director de cine madrileño Alex de la Iglesia. Por supuesto, lo más probable y humano es experimentar angustia, que puede derivar en ataques de pánico, lo cual no es grave y es tratable por medio de técnicas conductuales al uso. La literatura popular, que ha pasado de ser transmisión oral a caldo de memes ha dado ya a conocer también "la guerra de los Rose" que se libra en cada casa estos días de asueto obligado. No es tampoco el encierro muy amigo de las patologías depresivas, consabido es la afición del depresivo no sólo a quedarse en casa sino a convertirse en relleno de fajita con la manta y no salir de la cama o del sofá. 

No es necesario explicar mucho más de los riesgos que corre nuestra salud mental en estos tiempos de silencio exterior y ruido interior. La película del Joker si algo consiguió es que tomemos más consciencia de los problemas de salud mental, así los pacientes con enfermedades más graves como esquizofrénicos, trastornos bipolares o trastornos de personalidad (especialmente el trastorno límite) pueden sufrir descompensaciones y no siempre el psiquiatra está disponible. Por desgracia en la era de la salud mental la sanidad pública, por falta de recursos, tiene muy pocos psiquiatras y en la sanidad privada el coste de la consulta es muy elevada y los horarios de atención muy restringidos (salvo que uno disponga de una amplia chequera y pueda acudir al servicio privado por urgencias). 

El panorama es hostil sin duda, pero recuerden que la mayor parte de las variaciones en la conducta se explican por el contexto y que realizando cambios en nuestro entorno es posible modificar la conducta. El comportamiento humano es mayormente aprendido y del mismo modo que se aprende se puede revertir el aprendizaje. 

#QuédateEnCASA










5 comentarios:

  1. Análisis oportuno y crítico de la situación que acontece. Gracias por compartirnos tu pensamiento. Saludos fraternos ...

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  2. Excelente análisis de la situación. Gracias por compartir tu pensamiento. Saludos fraternos

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  3. Gracias Doctor por compartir sus conocimientos, saludos cordiales.

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  4. Ya leí tu análisis. ¡Muy bueno! Gracias por enviarlo y por todo lo que argumentas. Así mismo es. La situación es más compleja de lo que muchos podrían imaginar. Ya la sociedad moderna se había convertido, progresivamente, en una masa de átomos en crecimiento, pero sin «interacción nuclear fuerte». ¡Quieren desnaturalizarlo todo!

    En un principio de estos impactos sociales por coronavirus, muchos han querido tener protagonismo en las redes, intentando alentar a una sociedad divertida, ignorante pero ultracrepidiana, emocionalmente inestable y a su vez desorientada, moralmente dividida y con identidad fragmentada. Para saciar este apetito, picotean información y arman un Frankenstein con disímiles retazos de cualquier fuente: fuentes llenas de «virus» y de panaceas. Eso se identifica en cualquier campo. Muchos olvidan que esto es sistémico y con efecto cascada.

    ¡Es sólo la punta de un iceberg! ¡Esto es loco!

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  5. Fantástica y clarividente aportación. Más psicología, menos ideología política y pseudociencia televisiva.

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