Querido Otto, aunque tu Otto es otro Otto, Otto von Bismarck, a mi siempre me recordó al psicoanalista Otto Rank y vos que tienes nombre de insigne psicoanalista me entenderás y ahora que has trascendido me entenderás mejor. Tengo en mi pecho clavado un profundo dolor por tu partida, casi tanto como el que tendrá tu mamá humana y querida amiga y compañera de fatigas docentes, Carina. Mi pesar Carina, todo mi pesar por la pérdida.
Sabes querido Otto, aún recuerdo con viveza nuestros momentos en el río, con la Caperuza y la Borita, seguro que tu olfato te ha delatado deleitándote con tales memorias en algún momento. Tus orejotas caídas bien remojadas, tu ladrido inconfundible y tu mirar sereno y maduro, tu instinto protector propio del can más noble, propio del amigo fiel e inseparable, cuánto vacío nos deja tu ida amigo mío.
Te escribo en este momento porque era muy difícil que nos pudiéramos volver a encontrar y de repente, a pesar de tu avanzada edad, tu hora se nos adelantó inesperadamente... Tu me entenderás, comenzaba esta carta, con el tu me entenderás, tu que llevabas la empatía escrita en tus ojos, tu que siempre tenías un gesto a pesar de la irracionalidad humana. Como psicoanalista insigne entenderás que Tánatos está en las acciones de los hombres casi cada instante y seguimos intentando comprender lo incomprensible, la envidia, la codicia, la ignorancia, la guerra, la perversidad, la manipulación, la ignominia de ser humano, eso vivimos y viviremos hasta el fin de nuestros días al lado de otros seres humanos, algo escrito a fuego en mis genes y no en los tuyos. Nos queda el gozo de saber que has vivido con quien tanto te ha amado y cuidado hasta tu último suspiro, gracias Carina por presentarme a mi amigo Otto, al que llevaré siempre en mis neuronas y con quien tuve el gusto de compartir tan hermosos momentos, una región suave de los recuerdos de la incomprensible y perpleja experiencia humana.
Hasta siempre querido Otto y otra vez, esta foto
Sabes querido Otto, aún recuerdo con viveza nuestros momentos en el río, con la Caperuza y la Borita, seguro que tu olfato te ha delatado deleitándote con tales memorias en algún momento. Tus orejotas caídas bien remojadas, tu ladrido inconfundible y tu mirar sereno y maduro, tu instinto protector propio del can más noble, propio del amigo fiel e inseparable, cuánto vacío nos deja tu ida amigo mío.
Te escribo en este momento porque era muy difícil que nos pudiéramos volver a encontrar y de repente, a pesar de tu avanzada edad, tu hora se nos adelantó inesperadamente... Tu me entenderás, comenzaba esta carta, con el tu me entenderás, tu que llevabas la empatía escrita en tus ojos, tu que siempre tenías un gesto a pesar de la irracionalidad humana. Como psicoanalista insigne entenderás que Tánatos está en las acciones de los hombres casi cada instante y seguimos intentando comprender lo incomprensible, la envidia, la codicia, la ignorancia, la guerra, la perversidad, la manipulación, la ignominia de ser humano, eso vivimos y viviremos hasta el fin de nuestros días al lado de otros seres humanos, algo escrito a fuego en mis genes y no en los tuyos. Nos queda el gozo de saber que has vivido con quien tanto te ha amado y cuidado hasta tu último suspiro, gracias Carina por presentarme a mi amigo Otto, al que llevaré siempre en mis neuronas y con quien tuve el gusto de compartir tan hermosos momentos, una región suave de los recuerdos de la incomprensible y perpleja experiencia humana.
Hasta siempre querido Otto y otra vez, esta foto