domingo, 23 de julio de 2017

Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad

"Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad" es  la frase popularizada en 1894 en la Verbena de la Paloma en una escena referente a las propiedades curativas del aceite de ricino. 

Si adelantan las ciencias es conocido gracias a las revistas científicas, fijación obsesiva de investigadores y docentes universitarios. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la preocupación, especialmente en el ámbito iberoamericano, por el dominio aplastante del entorno cultural anglosajón en la ciencia en general y en particular, en los rankings de universidades, recientemente THE ha incorporado su ranking para latinoamérica. También las revistas científicas desde su origen en 1665 han estado vinculadas a las sociedades científicas galas y británicas, en la región tan sólo México ha sido pionera incorporando sus primeras publicaciones en el s. XVIII.

La funcionalidad de las revistas científicas en su origen fue la divulgación sobre los últimos descubrimientos y comunicaciones en ciencia y arte, difundir el conocimiento científico en el mundo así como garantizar la calidad del trabajo investigador mediante las revisiones por pares o juicio de pares. Este último sistema ha sido cuestionado en la actualidad por su subjetividad y clientelismos generados por conflictos de intereses editoriales, incluso Investigación y Ciencia en 2015 publicó al respecto un artículo en Mente y Cerebro donde se proponen una serie de medidas para mejorar el comprometido proceso de publicación, en este caso referidas a la Neurociencia pero aplicables a otras disciplinas híbridas o no. Resulta apasionante adentrarse en la historia de la creación de paradigmas (que diría Kuhn) y cómo incluso el científico ( a mi modo de ver) más brillante de la historia, i.e., Isaac Newton, se resistió a la revisión por pares y decidió publicar obras acabadas impresas en formato de libro. 

Lo cierto es que una asignatura pendiente de los países tristemente denominados "en vías de desarrollo", es ganar protagonismo y comenzar a liderar (en palabras de Rubén Ardila) la comunicación de la ciencia, ya sea en el terreno estrictamente académico y original como en el divulgativo. 

Es en el segundo nivel de publicación (Mendoza y Paravic, 2006) donde debemos recuperar terreno al imperio sajón, no tanto por una cuestión victimista como por la propia salud de la ciencia. Este nivel es el dominado por las empresas editoriales, siendo cinco las más poderosas y que copan más del 50% de todo lo que se publica en el mundo y el 90% de lo que se publica en ciencia [cfr. : Larivière, Haustein y Mongeon (2015)].









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